Presencia de residuos de plaguicidas y calidad biológica del agua del Río Jiménez, como representante de los ríos del Caribe de Costa Rica.
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2013-08-22
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Resumen
Costa Rica es un país cuya economía se basa en gran medida en las actividades agrícolas. Por esta razón y en aras de incrementar la producción, se utilizan grandes cantidades de agroquímicos, lo que ha colocado al país en los primeros lugares de uso de plaguicidas de la región centroamericana y del mundo (Ramírez et al. 2009).
Entre los cultivos que utilizan mayor cantidad (kg i.a./ha) de estas sustancias se encuentran las hortalizas (tomate, papa), el melón, el banano, la piña y el arroz (Ramírez, F. com. pers.).
De estos cultivos con alta demanda de agroquímicos, el banano se encuentran cultivado en extensas áreas en el Caribe de Costa Rica desde hace muchos años, lo que se ha asociado con problemas ambientales (Castillo et al. 2000, 2006; Castillo y Ruepert 2004) y de salud (Wesseling et al. 1993, 2010). Más recientemente, en los últimos 10 años, el área cultivada de piña en esta zona también se ha incrementado considerablemente y continúa en expansión (SEPSA 2010).
Este crecimiento, aunado a la producción tipo monocultivo de alta intensidad, la alta demanda tecnológica, y el hecho de que ambos son productos de exportación, implica un alto consumo de fertilizantes y plaguicidas químicos que aseguren la producción (Quijandría et al. 1997; Bach 2007). Además, en muchas ocasiones los cultivos no respetan las franjas de vegetación asociadas a las márgenes de ríos y quebradas, por lo que no hay un amortiguamiento entre las zonas de cultivo y los cuerpos de agua, produciéndose así mayores impactos sobre las comunidades acuáticas.
Ejemplos de ello son los hallazgos del Instituto Regional de Estudios en Sustancias Tóxicas (IRET) que ha detectado recurrentemente plaguicidas como bromacil, etoprofós, diazinon, difenoconazol, clorotalonil y terbufós, en el agua y en tejidos de peces en diferentes ríos del Caribe (Castillo y Ruepert 2001; Ugalde 2007, LAREP 2008).
Debido a la vulnerabilidad de los cuerpos de agua (ríos y quebradas) en esta zona se considera importante dar seguimiento tanto a la presencia de residuos de plaguicidas en las aguas como a las comunidades bentónicas que los habitan. De esta forma se valora no sólo la presencia del contaminante, sino también sus posibles efectos sobre la biota acuática.