El grito de la tierra: los problemas del ambiente también son nuestros problemas.
El grito de la Tierra”: los problemas del ambiente también son nuestros problemas
Date
2013-08-21Author
Quesada A, Gabriel
Pernudi Chavarría, Vilma
Bustos Vásquez, Ana Lucía
Bermúdez Mora, Juan Carlos
Carrillo Delgado, María de los Ángeles
Metadata
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Una nueva conciencia ha ido emergiendo y hoy irrumpe con un grito desgarrador. Se trata del “grito de la tierra”, que denuncia una destrucción irracional e insolidaria de las riquezas de nuestro planeta y clama “otro mundo es posible”.
La problemática ambiental no nos deja hoy indiferentes, pues se trata estrictamente de la problemática de la permanencia de nuestra especie humana. Tan cierto es esto que, ya sea a nivel inmediato y cotidiano, como a nivel global, cada vez vemos más claramente la profunda interconexión entre nuestras acciones (praxis) y las condiciones ecológicas que la posibilitan, las cuales son transformadas por esa misma práctica. Pero también es cierto que el modo de vida y la praxis de las sociedades occidentales, de las que formamos parte, son cada vez más depredadoras y destructivas, al punto que parecen responder a un signo trágico que puede llevar a la especie a un suicidio colectivo.
Por consiguiente, esa nueva conciencia ecológica se torna tanto más necesaria cuanto que cada vez más perentoriamente nos enfrentamos a lo que algunos autores han denominado un “peligro ontológico”: el calentamiento global, la contaminación creciente y la insustentabilidad de nuestra forma de vida sobre el planeta.
Asumir esta conciencia ecológica es un paso importante para enfrentar y frenar ese proceso autodestructivo, para actuar responsablemente con nuestra generación y las generaciones futuras y para imaginar y construir un mundo en el que podamos vivir, y hacerlo con calidad de vida para todos y todas.
En ese sentido, en Costa Rica, el constituyente derivado tuvo un gran acierto cuando introdujo, dentro del capítulo de “Derechos y Garantías Sociales” de la Constitución Política, un germen de esta nueva conciencia ecológica, al disponer en el artículo 50: “(...) Toda persona tiene derecho a un ambiente sano y ecológicamente equilibrado. Por ello, está legitimada para denunciar los actos que infrinjan ese derecho y para reclamar la reparación del daño causado.”